miércoles, 29 de octubre de 2014

LA HUELGA ALEJA ARRATIA DEL RESTO DE BIZKAIA, (29-10-14)

Los vecinos de la comarca están condenados a depender de los servicios mínimos o recurrir al vehículo privado

Un autobús de Bizkaibus llega a Igorre, una imagen cara de ver durante estos días de huelga. Fotos: José Mari Martínez

LA huelga de Bizkaibus quiebra el principal modo de comunicación de Arratia con el resto de Bizkaia y trastoca los planes de centenares de vecinos. La protesta hace que muchos tengan que optar por el vehículo privado y las retenciones lleguen por momentos desde la rotonda de Usansolo hasta Lemoa. Otros se resignan a apostar por los servicios mínimos y cruzan los dedos para que la huelga no se alargue. “Espero que no dure mucho porque así no se puede estar”, protesta Unai Lejarreta en una parada de autobús de Igorre.

Este joven de 16 años y otras tres amigas de Lemoa transforman una de las paradas de autobús de la localidad en una especie de aula cuando salen de clase. “Aprovechamos para hacer los deberes porque en total tenemos unos 45 minutos de espera. Es una faena y no sabemos hasta cuándo durará”, lamenta Sara Muñoz, sentada junto a Arene Malaxetxebarria e Itsasne Lamikiz.

Si habitualmente comen en torno a las 14.00 horas, ahora están condenados a no hacerlo hasta pasadas las 15.00. Eso sí, se han planteado llegar a casa con las tareas del instituto muy adelantadas. Según admiten, la huelga se deja notar en el instituto de Igorre, donde cursan primero de Bachiller. “Igual no ha habido retrasos muy largos, pero muchísima gente ha llegado unos diez o quince minutos tarde”, comenta Lejarreta.

En todo caso, estos cuatro estudiantes se pueden considerar afortunados. A partir de las 15.30 horas, se inicia un lapso de tiempo de casi tres horas en el que ni un solo autobús pasa por Igorre en dirección a Bilbao. Abibou Kallin, un senegalés de 30 años que trabaja en Donibane Taberna, de Igorre, es una de las víctimas de esta larga espera. “Por la mañana he tenido que venir una hora y media antes a Igorre y ahora me toca esperar casi tres horas. Otros días he hecho autoestop, pero nunca me cogen, así que ya prefiero no hacerlo. Si la huelga dura, tendré que alquilar un piso en Igorre”, augura. Otros tienen mejor suerte o, por lo menos, lo intentan.

El vehículo privado ha sido la forma elegida por muchos arratiarras para sortear la huelga. No en vano, el tren únicamente llega hasta Lemoa y el autobús suele ser el único transporte público para los vecinos de la mayoría de las localidades del valle. Quienes no han tenido otra opción que el coche para dirigirse a otras zonas de Bizkaia deben además armarse de paciencia para sobrellevar las enormes retenciones.

Sentadas en un banco en la avenida Lehendakari Agirre, de Igorre; Mikaele Soares, residente en Arantzazu, y Elena Susca, vecina de Areatza, ambas de 17 años, bromean y tratan de tomarse su media hora de espera con filosofía. “Lo que más me molesta de la huelga es que llegue un autobús que va lleno y no pare. Pero es lo que hay...”, se resigna Soares. A medida que se acercan los servicios mínimos de la tarde, las paradas vuelven a llenarse y los vecinos cruzan de nuevo los dedos. “Esperemos no estar mucho así”, es la frase más repetida estos días en la comarca. Hacía tiempo que Arratia no se sentía tan lejos del resto de Bizkaia.